Allí donde descansan nuestras manos,
allí donde se aburren los reproches,
te esperé…
∼
Y te escribí… como cuando
rebusco en mi bolsillo,
como cuando me escondo
en los zapatos.
∼
Te hablé de la tarde gris…
y de la lluvia cansada
que anegaba mi poema,
te hablé de recuerdos,
de sonrisas...
∼
Sentí esa lluvia resbalando por
mis versos y el invierno
de tu rostro helando aquel
perfume.
∼
Bajo el plomizo cielo respiré,
y caminé hacia tu luz,
bajo el plomizo cielo...
Te susurré poemas.
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GRACIAS POR EL SUSURRO DE TUS PALABRAS.
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